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Cambio 90, Fujimori (rerere)partido

Publicado: 2010-04-13

La anunciada participación autónoma de Cambio 90 en los comicios ediles de octubre próximo, y los roces que ha provocado al interior del fujimorismo, sirven para prestar atención al estilo instaurado por Alberto Fujimori en su actividad política. Es el líder que más agrupaciones ha fundado en la historia del Perú, nada menos que seis en veinte años, marcando un récord que constituye el reverso del transfuguismo y completa el rostro de nuestra precaria institucionalidad democrática.

El rosario de membretes incluye tres partidos, Cambio 90 (1990), Nueva Mayoría (1992) y Vamos Vecino (1998, rebautizado como Sí Cumple en 2005), y tres alianzas, la desaparecida Perú 2000, que presentó con firmas falsas a C90, NM y VV "juntos"; Alianza por el Futuro (2006), reunión de C90, NM y Sí Cumple; y Fuerza 2011, con la que postularía Keiko.

¿Cuál es la lógica fujimorista? La supuesta necesidad de acumular energías y renovar el respaldo popular frente al nuevo reto que surge en el camino. La instalación del Congreso Constituyente Democrático (CCD) luego del golpe de Estado del 5 de abril, la elección edil que perdió Juan Carlos Hurtado Miller frente al reelegido Alberto Andrade en 1998, la búsqueda desesperada de la ilegal re–relección en el 2000, el afán de sobrevivir con una bancada pequeña pero influyente, y la meta de retomar el poder con la hija del condenado a prisión. Es decir, un partido formado para cada proceso electoral.

La verdadera razón es que Fujimori nunca ha querido tener un sólido partido que se desarrollara más allá de su figura, donde hubiera contrapesos entre diferentes liderazgos y perspectivas, que más bien terminan atomizándose en dos, y hasta en tres partes pequeñas que se someten a él como a un amo. Luego, en el colmo del artificio, se simula una "alianza", que no es otra cosa que el apiñamiento de esas partículas intercambiables que en esencia no se diferencian entre sí. Son los mismos métodos, el mismo discurso, la misma población objetiva.

Si un efecto estructural tuvo esta división, fue darle a los principales cuadros fujimoristas una especie de liderazgo ficticio en uno de esos fragmentos de poder (algo parecido hace Alan García cuando impone la secretaría colegiada en el APRA, obligando a las facciones a compartir el manejo partidario por debajo de él). Por eso, ante la decisión del congresista Renzo Reggiardo, y de su padre Andrés, dirigentes de Cambio 90, de presentar candidato propio a la alcaldía de Lima en base a un acuerdo que data del 2008, y sin dejar de ser fujimoristas, Carlos Raffo increpa a Reggiardo hijo que no puede "usufructuar un fujimorismo que no le pertenece" y que él era sólo "un encargado" del ex dictador para asumir la representación de ese partido. ¿A quién sí le pertenece ese legado corrupto y autoritario? A Keiko, por supuesto, en un ejercicio dinástico de la política, basado en el liderazgo vitalicio y ventrílocuo, por lo que los procedimientos de democracia interna que ordena la Ley 28094 de los Partidos Políticos [pdf] son, como tantas cosas, letra muerta.


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Tinta Indeleble

Escrito por Gabriel Quispe